lunes, 12 de septiembre de 2011

Ben Hur, la novela (II). Presentación de personajes.

Durante las próximas entradas, y poco a poco,   me dispongo a transcribir fragmentos  de la  novela original    centrados en las carreras de cuadrigas,  cortando  algunos párrafos para facilitar y amenizar la lectura.


Presentación de los personajes



¿Quién no ha visto al menos una vez de pequeño la película Ben Hur?



Un resumen rápido:

Jerusalen, año 25 DC,  Judá Ben Hur, cuya familia cae en desgracia traicionada por el antiguo amigo de la infancia de Ben Hur, el romano Messala, es condenado a galeras y su familia encarcelada. Tras una batalla con piratas y en agradecimiento por salvarle la vida, el jefe de la galera en la que cumplia condena adopta y salva a Ben Hur, quien tras un tiempo en Roma, acaba finalmente volviendo a Israel, a buscar a su familia.

Siguiendo su pista llega a la ciudad de Antioquia donde vive Simónides, el antiguo socio de su padre. Un dia, Ben Hur y un comerciante que acaba de conocer, llamado Malluch (en realidad un espia al servicio de Simónides que quiere averiguar si Ben Hur es en realidad quien dice ser) se dirigen al estadio de Antioquia a contemplar los caballos que competirán en la próxima carrera. Pero el destino quiere que además de ver caballos, Ben Hur se reencuentre con un viejo conocido...jj)


Libro IV capítulo 7 (Antioquía, en el mes de Julio del Año 29 DC)


Saliendo de la selva, la cual formaba como el borde de una vasta llanura, se encontraron enfrente de un estadio. La pista era de tierra apisonada y regada, y su perimetro estaba indicado por unas cuerdas negligentemente suspendidas de lanzas hincadas en el suelo. Para los espectadores se habian levantado podia protegidos por toldos fijos y provistos de asientos en degradación.En uno de aquellos podia tomaron asiento los dos. Ben Hur contó los carruajes mientras desfilaban: eran nueve.Ocho cuadrigas pasaron , unas al trote , otras al paso y todas guiadas de modo excepcional. La novena se presentó al galope , y a su aparición Ben Hur no pudo menos que mostar su admiración.


-He visitado las caballerizas del emperador, pero por nuestro padre Abraham, de bendita memoria, jamás he visto caballos más hermosos.

Los 4 caballos se encontraban delante del podio de los 2 judios, cuando de pronto se desordenaron. Un agudo grito salió de uno de los espectadores del podio, un anciano que se levantó apretando los puños y lanzando miradas de furor mientras el temblor de su larga barba blanca demostraba la agitación de toda su persona. Algunos circunstantes empezaron a reir.

- Deberían al menos respetar sus canas ¿quién es?- preguntó Ben Hur


- Un potentado del Desierto que mora más allá del Moab, propietario de sementales,  de caballos y de camellos, y descendiente, se dice, de los caballeros del primer Faraón. El jeque Ilderim.- contestó Malluch


Mientras tanto, el auriga hacía vanos esfuerzos para domar los caballos y cada tentativa exacerbaba más aún al jeque.

- ¡Maldito romano! , eee  continuó el jeque, amenazando con su puño al auriga ¿ No me ha jurado que él sabria guiarlos, si , jurado por todos los dioses bastardos de su pais.

- ¿ No me ha asegurado que correrían con la velocidad del aguila y la docilidad de las ovejas?

- ¡Maldito sea! Y con él la madre mentirosa de que es hijo. ¡Mirad qué animales más esplendidos! Que se permita tocarlos con el látigo y ...- El resto de la frase se perdió entre un crujido de dientres.

Algunos de entre los más diligentes de su séquito corrieron a apaciguar a los caballos, mientras un violento ataque de tos apagó la voz del anciano.

Ben Hur, que creyó comprenderle, sintió simpatía por él, pues ya fuese que se sintiese orgulloso de su propiedad, o temeroso por el resultado de la carrera, descubria en el anciano infinita ternura por sus caballos.El jeque los había llamado espléndidos y habia dicho la verdad.

Eran todos bayos, sin una mancha, perfectamente parejos y de esplendidas proporciones. Sus orejas eran delicadisimas, sus cabezas pequeñas, sus hocicos anchos; las narices, cuando se hinchaban, mostraban la membrana de un rojo vico encendido; graciosamente arqueados los cuellos y adornados de crines abundantisimas que les cubrian las espaldas y el pecho. De las rodillas abajo las patas eran delgadas y derechas , pero en la parte de arriba redondeábalas el desarrollo de fuertes musculos. Los cascos brillaban como copas de luciente ágata, y al trotar y encabritarse, los nobles corceles azotaban el aire y alguna vez la tierra con sus largas colas. g)

Buscando campo en que obtener una victoria sobre el odiado romano, al anciano los habia llevado a la ciudad, no dudando de su éxito, mientras los gobernase una mano expertas, más aquí estaba la dificultad, porque era necesaria, ademas de la ordinaria experiencia, una intuición especial, una corriente de intima simpatia entre el auriga y los animales

[...]

Entró un nuevo carruaje, que presentaba un aspecto enteramente diverso de los precedentes, por cuanto el carruaje el auriga y los caballos estaban aparatosamente adornados. El vehículo pertenecia a la clasica categoria de bigas romanas:

Sus anchas ruedas estaban unidas por un largo eje sobre el cual se apoyaba un cajón abierto por detrás. Este era el modelo primitivo de las bigas: el genio artistico de los griegos y de los romanos llegó con el tiempo a dar al tosco vehiculo la forma elegante que alcanzó su mas perfecto desarrollo en la plastica representación del carro de la Aurora. Los conductores antiguos no menos ingeniosos y ambiciosos que los modernos, solian llamar a su mas humilde tiro una biga, y al mas lujoso una cuadriga: con esta ultima concurrian a las solemnidades de los juegos olimpicos, y a otros concursos hechos a imitacion de aquellos.
Preferian ademas guiar los 4 caballos alineados de frente, y para distinguirlos solian denominar a los inmediatamente proximos a la lanza, caballos de yugo, y a los otros caballos de tiro.


Los primeros competidores habian sido acogidos silenciosamente, pero el recien llegado tuvo mejor fortuna.Al adelantarse hacia el podio desde el cual preesenciamos la escena, fue saludado pro ruidosas aclamaciones que atrajeron sobre le la general atención. Los caballos del centro eran negros, y los de los lados blancos como la nieve. En conformidad a las exigencias de la moda romana, llevaban las colas recortadas y sus cortas crines divididas en trenzas atadas con cintas rojas y amarillas

Llegado a un sitio en que el carruaje se descubria enteramente a la vista de los espectadores del podio, estos debieron convenir en que los gritos de admiración eran plenamente justificados:

Las ruedas estaban perfectamente construidas, robustas tiras de bronce bruñido reforzaban sus ligerisimos pernos; los radios formábanlos colmillos de marfil colocados con su natural curvatura hacia la parte exterior, con el fin de obtener la mayor perfección de concavidad, considerada entonces de la mayor importancia; los circulos eran de ébano con la plancha exterior de bronce; el eje, en armonia con las ruedas tenia en sus extremidades sendas cabezas de tigre , y toda la parte superior del carruaje era de mimbres dorados. :O

La llegada de tan espléndido vehículo impulsó a Ben Hur a mirar con interés al auriga ¿Quién era?  ??? No podia verle aún, y sin embargo en su aspecto general y sus movimientos habia algo que no le era desconocido, Por la esplendidez del vehículo y por el clamoreo que levantaba hacía suponer que se trataba de algún gran dignatario o un principe ilustre.

Ben Hur se levantó y se abrió paso por entre la multitud, hasta llegar a la reja que separaba el podio de la pista. El auriga conducía puesto en pie, con las riendas rodeando su hermoso cuerpo, que sólo en parte cubria una túnica de paño escarlata.

En la derecha llevaba un látigo, en la izquierda, ligeramente levantada y extendida, las 4 riendas. Su actitud estaba llena de gracia y de fuerza. Los aplausos no lograban disminuir su impasibilidad.

Ben Hur sintió una punzada en el corazón, su instinto y su memoria no le habían engañado ¡ el auriga era Messala! eee  eee

La rara belleza de los caballos, la magnificiencia del carruaje, la actitud altiva de su persona, y sobre todo, la fría expresión de su rostro, sus facciones marcadas y aguileñas, caracteristicas de la raza dominadora, revelaban claramente que el tiempo en nada había modificado el carácter despreciativo, osado, cínico y ambicioso del joven romano.





Fin del capitulo 7

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