Llegamos por fin al final de la historia. Aquí os dejo la narración de la carrera. He alterado y recortado mínimamente algún párrafo para ayudar a entenderlo mejor, ya que la traducción es de 1901
Capitulo XIV
Ben Hur se encontraba en el extremo izquierdo de los seis.
Por un momento, como los otros, quedó
cegado por el vivo resplandor de la arena; sin embargo procuró distinguir a sus
adversarios y adivinar sus propósitos. Dirigió una mirada escrutadora a
Messala. El frió orgullo del patricio romano se reflejaba como de costumbre en
su bellísimo rostro, a cuyas facciones prestaba mayor majestad el yelmo; pero,
fuese juicio de su fantasía, o efecto de la sombra broncínea que se proyectaba
en su semblante, en aquel momento el judío creyó ver toda el alma de su rival
transparentándose a través de la hermosura de aquel cuerpo; alma cruel, astuta,
recelosa y resuelta. eee
Al mismo tiempo, el espíritu de Ben Hur se afirmó en un
poderoso esfuerzo de voluntad. A cualquier precio, a cualquier riesgo, hubiera
humillado a su enemigo. Premios, amigos, apuestas, honores, todo desaparecía
ante aquel único deliberado propósito. Ni siquiera la muerte le hubiera
detenido. [...] Pero ningún impulso
experimentaba de arrojarse a ciegas en brazos de la fortuna, porque en
la Fortuna él no creía. Confiaba en si, en el plan anteriormente trazado, y
recogió todas las fuerzas de su cuerpo, todas las energías de su inteligencia
para poder realizarlo. g)
Ya a la salida advirtió que el ímpetu de Messala le habría ,
salvo el caso de un encuentro o de que la cuerda no hubiese caído, conducido
infaliblemente a ganar el muro interno; y como un relámpago le asaltó el
pensamiento de que Messala sabía que la
cuerda había de caer en el ultimo momento. Un acuerdo con el director podía
fácilmente obtenerlo y el acuerdo era probabilísimo si se considera que el
prefecto era romano y que podía tener interés en el triunfo de su conciudadano,
el cual, además de gozar de mucha popularidad arriesgaba en el juego su
fortuna. Ninguna otra razón podía explicar la confianza con que Messala impelía
hacia delante su cuadriga, cuando los otros competidores procuraban detener las
propias, ninguna otra razón salvo la locura. :-j
Pero ver una cosa y aprovecharse de ella son dos cosas
distintas. Por de pronto Ben Hur renunció al muro. La cuerda cayó, y todas las
cuadrigas menos la suya penetraron en
la pista al doble impulso de los látigos y de las voces. El se dirigió a la
derecha y con toda la velocidad de que eran capaces su árabes, atajó
oblicuamente el camino a sus adversarios. Así, mientras la multitud temblaba
ante el infortunio del Ateniense, y el
Sidonio el Bizantino y el Corintio procuraban con toda su destreza evitar los
choques de su adversario, Ben Hur pasó como una flecha por delante de ellos y
colocóse rueda con rueda por el lado exterior con el carruaje de Messala.
jj) La maravillosa habilidad que
demostró trasladándose del extremo izquierdo al derecho, no pasó inadvertido a
los ojos vigilantes de la gradería; el Circo amenazó con hundirse bajo el
estrépito de los aplausos, [...] y entonces por primera vez los romanos
sospecharon que Messala había encontrado su igual, tal vez su superior, en la
persona de un israelita.
Uno al lado del otro, separados por una distancia casi
imperceptible, los dos carruajes se acercaban a la primera meta.
(Apunte: así debía ver Messala la pared de su izquierda, la pista y el carro de Ben Hur a su derecha)
El plinto sobre el
que se erguían los 3 pilares, visto desde el Oeste presentaba el aspecto de un
muro en forma de semicírculo. [...] Esta prueba constituía la prueba del fuego
de los aurigas, al mismo Orestes(*) le
había fallido
El general silencio que reinaba en el concurso testificaba
el interés con que el publico seguía esta fase. El golpear de los caballos y el
rumor de las ruedas se percibían distintamente. Entonces por primera vez
pareció que Messala advertía la presencia de Ben Hur y súbitamente toda su
audacia se manifestó de sorprendente modo.
¡Abajo Eros, viva Marte! - Gritó restallando el látigo sobre
el lomo de los árabes de Ben Hur, que recibieron un latigazo como nunca habían
recibido.
La acción fue vista por todo
el publico y el asombro fue general. El silencio tan intenso llegó a ser
terrible, en los bancos próximos al Cónsul los mas animosos contuvieron la
respiración esperando el fin con las pupilas dilatadas. Solo un momento duró la
tensión, después como un rumor de trueno, estalló la indignación del público.
eee
Los 4 caballos saltaron asustados y se precipitaron
adelante. Nadie los había jamás trocado sino en señal de afecto. Se habían
criado como los niños, entre caricias, y su confianza en los hombres era
conmovedora. ¿ Qué habían de hacer aquellos delicados seres mas que lanzarse
adelante como locos?
El carro se tambaleó.
Ninguna duda existe de que toda experiencia es útil en la vida.
¿ De dónde sacó Ben Hur en aquel momento el vigor de su brazo
y su puño de hierro?
¿ De dónde sino de los largos años vividos junto al remo? ¿
Y qué era el tambalearse del carro comparado con la improvista sacudida de la
nave azotada por la furia de las gigantes olas?
Sostuvose en su sitio, aflojó las riendas sobre la cabeza de
los animales hablándoles con voz acariciadora, y procurando únicamente
conducirlos incólumes en torno al peligroso ángulo. Así, antes de que la
agitación del publico se hubiese
calmado, había reconquistado su dominio sobre ellos. Y no solo eso, al
aproximarse a la segunda meta encontrose nuevamente al lado de Messala,
atrayéndose la simpatía y los votos de todos los espectadores no romanos. Este
sentimiento se manifestó con tal evidencia que Messala, a pesar de toda su
audacia, no creyó oportuno bromear otra vez )))
Cuando los carruajes pasaban la meta, Ester puedo ver el
semblante de Ben Hur, un poco pálido y algo levantado, pero tranquilo y
resuelto.
De pronto, un hombre se encaramó en el extremo occidental
del muro divisorio y sacó una de las esferas: igual operación se efectuó en el
otro extremo con uno de los delfines. Del mismo modo desaparecieron la segunda
esfera y delfín, y después la esfera y delfín terceros.
Tres vueltas habían dado. Messala ocupaba aún la parte
interior de la posta, Ben Hur hacía galopar sus corceles por la externa. La
carrera ofrecía el aspecto de una de aquellas carreras dobles tan populares en
el segundo periodo de la edad imperial: en la primera, Messala y Ben Hur; el
Sidonio, el Corintio y el Bizantino en la segunda.
Entre tanto, los acomodadores habían logrado hacer sentar a
la multitud aun cuando el clamoreo continuase precediendo a los corredores.
En la quinta vuelta, el Sidonio llegó a colocarse en la
misma línea de Ben Hur, pero muy pronto perdió la ventaja. La sexta vuelta
comenzó sin que se notase cambio alguno en las relativas posiciones.
Gradualmente la velocidad iba aumentando, poco a poco la sangre de los aurigas
iba caldeándose, hombres y caballos parecía saber que la crisis final se aproximaba
El interés que al principio de la carrera había concentrado
en la lucha entre Messala y Ben Hur, acompañado de la general simpatía hacia
este ultimo, se cambió en ansiedad y temor por él. Desde todos los bancos los
espectadores tendían la vista siguiendo con ella silenciosos e inmóviles los
caballos de ambos competidores. Ilderim dejó de mesarse la barba y Ester olvidó
su timidez.
-¡100 sextercios por el Hebreo!-gritó Samballat a los
romanos que ocupaban la tribuna consular. Nadie contestó
-Un talento, cinco talentos.. ¡diez si queréis! . y agitaba
sus tablillas en señal de desafío
-Yo ganaré tus sextercios.- dijo un joven romano,
disponiéndose a escribir.
-No lo hagas.- le avisó un amigo
-¿Por qué?
- Porque Messala ha alcanzado su máxima velocidad. Mira como
se apoya en el borde de su carro y afloja las riendas. Fíjate ahora en el
hebreo.
El joven dirigió hacia él su vista
-¡Por Hércules! Exclamó palideciendo. El perro se
esfuerza..por detenerlos. Lo veo lo veo. Si los dioses no ayudan a nuestro
amigo, será derrotado por el israelita. Pero no, todavía no ¡Júpiter está con
nosotros! ¡Júpiter está con nosotros!
Esta exclamación que simultáneamente salió de todas las
gargantas romanas, hizo temblar el velario sobre la cabeza del Cónsul. Si era
cierto que Messala había alcanzado su máxima velocidad, el resultado
correspondía al esfuerzo. Lenta, pero visiblemente, iba ganando terreno. Sus
caballos corrían con la cabeza baja y el cuello tendido. Desde la galería
parecía que rozasen el suelo, sus narices parecían inyectadas en sangre, los
ojos les salían de las orbitas. Verdaderamente los caballos hacían todo lo
posible, mas ¿podrían soportar aquel paso mucho tiempo? Sólo estaban al
principio de la sexta vuelta. Volaban.
Al rodear al segunda meta, los caballos de Ben Hur quedaron
detrás del carro romano. La alegría de los partidarios de Messala no tuvo
límites: gritaban, aullaban, agitaban en el aire sus distintivos, y Samballat
iba llenando sus tablillas con las apuestas que ofrecía. Malluch situado en la tribuna
de encima de la Puerta del Triunfo, a duras penas pudo contener sus lágrimas:
recordaba que Ben Hur le había dicho que ocurriría algo al dar la vuelta a las
columnas occidentales, y habían dado ya 5 vueltas sin que nada sucediese. Y
decía para si “ esperemos a la sexta”, y la sexta se estaba dando y Ben Hur
galopaba a la zaga del enemigo. En la tribuna oriental los acompañantes de
Simónides callaban. El mercader tenía la cabeza inclinada sobre el pecho.
Ilderim mesándose la barba, fruncía las cejas hasta el punto de ocultarle los
ojos. Ester apenas respiraba. Sólo Iras parecía contenta
Por penúltima vez los carruajes recorrían la pista . Messala
a la cabeza, detrás de él Ben Hur. Era la antigua carrera de Homero (**) :
“ van delante
galopando veloces los corceles
fereceos de Eumelo, detrás de ellos
Diomedes conduce sus
troyanos
a tan corta distancia que parece
que en el carro de Eumelo van montados
calentando su espalda con su aliento
y tocándole ya con sus cabezas”
así llegaron a la primera meta y le dieron vuelta. Messala
temeroso de perder la ventaja alcanzada siguió rasando el muro hasta casi
tocarlo; un palmo mas a la izquierda y carruaje y auriga hubieran volcado, sin embargo, después de dada la vuelta nadie al contemplar las huellas de los
carros hubiera podido decir “ por aquí pasó Messala y por aquí el judío “, ya
que ambos dejaban un solo surco :O
Ester vio el semblante de Ben Hur y le pareció mas pálido
que antes, pero Simónides más agudo
observador que Ester, susurró el oído de Ilderim
-Jeque, yo no soy buen juez, pero creo que Ben Hur está
fraguando un proyecto en su mente. Su rostro me lo indica..-A lo que Ilderim
repuso
-¿Has visto los caballos cuan frescos y brillantes estaban?
Por el esplendor de Dios, no parece que hayan corrido. Mas ahora ¡atención!
Quedaban una sola esfera y un solo delfín. Y todo el pueblo
respiró sabiendo que había llegado el principio del fin
El Sidonio dejó caer la correa de su látigo sobre el lomo de
sus caballos, y casi locos de dolo y de miedo los nobles animales se lanzaron
adelante desesperadamente, amenazando ocupar el primer lugar. Pero el esfuerzo
se agotó en la primera. El Bizantino y el Corintio hicieron igual tentativa con
idéntico fracaso, y desde entonces pudieron considerarse los tres como fuera de
juego. Con una prontitud fácilmente explicable, todos los partidos salvo el
romano dirigieron sus votos a Ben Hur animándole con gritos salvajes.
- ¡Ben Hur! ¡Ben Hur!- aullaban
Y el retumbo de millares de voces llegó como una oleada
hasta la tribuna consular.
-¡ Hebreo adelante! ¡Al muro al muro! ¡Suelta tus árabes!
¡Látigo y rienda! ¡Ahora o nunca!
Sobre el antepecho de la balaustrada se inclinaban mil
cuerpos tendiendo hacia el las manos. O no lo oyó o no podía hacer mas;Ya
estaban en mitad de la última vuelta y no se había operado cambio alguno.
Para recorrer la
vuelta, Messala comenzó a tirar las
riendas de los caballos de la izquierda, lo que necesariamente hizo disminuir
la velocidad. Su corazón latía en previsión de su próximo triunfo, más de
un altar se había enriquecido con sus
dones, el genio romano había de prevalecer. Sobre los 3 pilares a seiscientos
pies de distancia estaban fama, fortuna, honores y un triunfo que el odio hacia
infaliblemente dulce, ¡Todo esto le esperaba!
En aquel instante Malluch desde la gradería vió a Ben Hur
echarse hacia delante sobre el borde del carruaje y soltar las riendas sobre
las espaldas de su árabes. Los anillos del látigo se deshicieron en el aire
como un silbo de serpiente . No les tocó pero su chasquido amenazador surtió el
mismo efecto. Al pasar de su posición rígida y tranquila a esta rapidez de
acción su rostro se encendió y sus ojos fulguraron, parecía que a través de las
riendas se comunicaba su voluntad a los caballos los cuales como animados de un
mismo impulso, correspondieron con un salto que los colocó al flanco del carro
romano.
Messala cerca de la peligrosa vuelta de meta oyó pero no
quiso volver la cabeza. El público no le hizo advertencia alguna. El profundo
silencio del Circo sólo era interrumpido por el rumor de los carruajes y la voz
de Ben Hur que en pura lengua aramea, lo mismo que el jeque, animaba a los
caballos,
-¡Sus, Atair, sus Rigel! ¡Antares adelante! ¿Ahora va a
flaquear tu animo, noble Aldebarán? Ya oigo cantar a las gentes del desierto,
ya oigo a las mujeres y a los niños cantar la canción de las estrellas ¡ Atair,
Antares, Rigel, Aldebarán! ¡Victoria! Y ese canto será eterno. ¡Caballos
adelante! Mañana os acogerán en las tiendas de vuestros padres Adelante Antares,
la tribu os espera y el señor nos mira. ¡Victoria! ¡Victoria!¡El orgulloso está humillado! La mano que nos hirió yace en
el polvo! ¡Nuestra es la gloria!¡QUIETOS! ¡ALTO!
Nada más sencillo, nada mas instantáneo.
En el momento escogido para el golpe final, Messala estaba dando vuelta a la meta. Para
pasarle delante, Ben Hur tenía que cortarle el camino y precisamente
recorriendo el mismo círculo con un radio algo mayor.
Los millares de personas que ocupaban las graderías lo
comprendieron todo: vieron la señal que dio Ben Hur. La magnifica respuesta,
los cuatro caballos de flanco con el carruaje de Messala , la rueda interna del
coche de Ben Hur detrás del carro del romano.
No advirtieron el hábil movimiento por el que, inclinándose
un poco hacia la izquierda había introducido en la delicada rueda de Messala la
férrea punta de su eje destrozándola. :O
Después oyeron un golpe seco que hizo temblar todo el Circo
y vieron caer sobre la pista una lluvia de astillas blancas. El carro del
romano se tambaleó y se inclinó sobre
el costado derecho, tocando el suelo con la extremidad del eje. Dio dos saltos
mas y después cayó totalmente destrozado, y Messala enredado en las riendas,
fue precipitando de cabeza entre sus propios caballos.
Para aumentar el horror del espectáculo, el Sidonio que
rasaba el muro a la zaga de Messala no pudo detenerse a desviarse y con toda su
velocidad cayó sobre los restos del carruaje romano, en medio de los caballos
de este, casi locos de terror. Poco después a través de una nube de polvo que
veló por un momento la escena, se le vio retirarse mientras el Corintio y el
Bizantino seguían disparados como flechas el carro de Ben Hur.
Los espectadores se pusieron de pie sobre los bancos, dando
un prolongado grito. Algunos vieron a Messala debajo de las patas de los
caballo y de las ruedas de ambos vehículos. No se movía, parecía muerto :´(. Pero la mayoría solo tenia ojos para
Ben Hur.
[...]
Aquello no era correr eran mas bien largos saltos de leones
subyugados. A no ser por la pesadez del carro, se hubiera dicho que volaban
.Cuando el Bizantino y el Corintio estaban aún a medio camino, Ben Hur daba la
vuelta a la ultima meta
¡Había ganado la carrera! :y :y
El Cónsul se levantó, el publico gritó con toda la fuerza de
sus pulmones, el director descendió de su asiento para ir al encuentro de los
vencedores
Ben Hur dirigió la vista al palco de Simónides y todos le
saludaron con la mano. Ester permaneció sentada pero Iras se levantó y con un
gracioso movimiento del abanico, le envió un beso.. favor no menos embriagante
aunque sepamos ( oh lector) que estaba destinado a Messala si este hubiera
obtenido la victoria.
El cortejo saludado con nuevo y con general aplauso,
atravesó lentamente la Puerta Triunfal.
La fiesta había terminado
Capitulo XV A media
noche del mismo día
[...]
El jeque se sentía feliz, y a pesar de haberle ofrecido
presentes de Rey, Ben Hur se negó a aceptarlos, insistiendo en que le bastaba
la humillación inflingida a su enemigo.
[...]
Mientras disputaban, llegaron dos mensajeros: Malluch y un
desconocido.
El primero tuvo la preferencia y manifestó su alegría por
los sucesos del día y el objeto de su visita:
Simónides me manda deciros que después de los juegos algunos
romanos se han apresurado a protestar contra el pago de los premios
Ilderim se irguió
gritando con voz estridente
-¡Por el poder de Dios! El Oriente decidirá si la carrera ha
sido ganada legalmente.
-No buen jeque.- dijo Malluch. El director de la carrera ha
pagado ya.Al decirle que Ben Hur chocó con la rueda de Messala, el director
riose y recordoles el latigazo que recibieron los árabes al principio de la
carrera.
- ¿ Y el ateniense?
- Ha muerto
- ¡Sólo los monstruos romanos tiene suerte! Messala escapó.
- Si, oh jeque, escapó con vida , pero esta le
será de gran peso. Los médicos dicen que no volverá a caminar nunca.
Ben Hur elevó sus ojos al cielo silenciosamente y se imaginó
a Messala hundido en una silla y llevado a hombros de los esclavos. ¿Cómo
soportaría la enfermedad Messala, con su orgullo y ambición?
- Simónides os hace saber además que Druso y los que con él
firmaron han apelado al Cónsul Majencio acerca del pago de los talentos perdidos, y el Cónsul ha
encomendado su decisión al Cesar.
También Messala se niega a pagar y Samballat siguiendo el ejemplo de Druso, ha puesto el asunto en manos del
Cónsul. Los mejores romanos dicen que los que protestan deberían
pagar y todos los demás partidos opinan igual. En la ciudad no se habla de otra
cosa que de este escándalo.
- ¿Y qué dice Simónides?.- Preguntó Ben Hur
- Mi señor ríe y está satisfecho. Si el romano paga está
arruinado, y si no paga deshonrado. La política imperial decidirá, pero ofender
al Oriente seria un mal principio para la campaña contra los Partos. Ofender al
jeque Ilderim seria enemistarse con el Desierto a través del cual corren los
suministros de las líneas de Majencio. Por eso Simónides me dice que estéis
tranquilo. Messala pagará.
Fin.. de la parte de la novela centrada en las carreras de cuadrigas
Como veis, al historia es ligeramente diferente a como la
describieron en la mítica escena de la película.
Por un lado, Messala NO
montaba cuchillas de acero, cosa que si aparece en la película, ( si bien es cierto que en el libro se dice
que la
cabeza de león con que terminaba el eje de sus ruedas rozó la pierna anterior
del caballo de Cleante el Ateniense,
pero en ningún momento se
mencionan cuchillas.)
Pero lo mas impactante es que fue el propio Ben Hur, a
conciencia y con premeditación, el que fue a partir el carro de Messala
metiendo su eje en la rueda del romano..
ojo por ojo y diente por diente , o la
venganza es un plato que se sirve frió, que se dice. g)
Luego llegaron los guionistas de hollywood y " suavizaron" el carácter vengativo del protagonista, y envilecieron más todavía a Messala, añadiendo sus cuchillas de acero y los latigazos al auriga.
Notas:
(*) Orestes el auriga. Hablaremos de él en futuras entregas